Parte 1: cómo lo hacemos ahora
Nos hemos acostumbrado a no preocuparnos sobre cómo funcionan las cosas que utilizamos. Servicios que en los años 2000 eran impensables, ahora son parte de nuestra vida: nos conectamos a Instagram y, sin conocer cómo, vemos lo que nos interesa ver; encendemos el televisor, abrimos Netflix y tenemos todo un catálogo a nuestra disposición; buscamos cuaqlueir cosa en Google, entramos en una Web y tenemos toda la información a nuestro alcance; hacemos una compra, pagamos con un trozo de plástico o acercando el teléfono a un datáfono y nos han descontado el dinero del banco al instante.
Son todos servicios geniales, fruto de un avance tecnológico sin precedentes. Pero, ¿Qué tienen todos ellos en común? Que todas las acciones que realizamos mientras consumimos el servicio (miramos Instagram, disfrutamos de Netflix, navegamos por internet o hacemos una compra) están generando datos en favor de la empresa que ofrece el servicio. Toda esta información tiene un valor enorme para estas empresas, que la utilizan para saber cómo nos comportamos, consumimos y anticipar lo que pueden vendernos.
Como muchas cosas en la vida, todo es cuestión de equilibrio. A nosotros nos encantan muchos de estos servicios y los consumimos. Pero a su vez, hay que ser consciente de que, según lo usemos, estamos siendo víctimas de un abuso por parte de estas compañías. Esto es lo que conocemos como Web2 (puedes verlo aquí si quieres más info).
Y ahora que te has leído todo esto, te das cuenta de que hemos explicado nada de cómo se crean bloques en blockchain. ¡Perdón, pero era una intro necesaria!
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