El token no fungible

El token que representa

Este tipo de token es el famoso NFT, por sus siglas en inglés: Non Fungible Token, a.k.a Token No Fungible. La diferencia entre este token y el de intercambio (el llamado fungible) es que cada token representa algo concreto y, por tanto, no hay dos iguales. Los NFTs en forma de arte fueron la primera gran aplicación que existió para este tipo de token. Fue un boom. Sin emabrago, el uso de NFTs para el arte es un caso de uso muy concreto. Su potencial, en contra de lo que se escucha por ahí, va mucho más allá. ¿Porqué?

La característica de este token es, principalmente, identificar y representar algo o a alguien y, por ende, su valor concreto será el que el mercado esté dispuesto a pagar por aquello que representa. Se abren así posibilidades tan dispares como representar la Identidad Digital de una persona, el derecho a rentabilidad sobre un contrato o, el derecho de propiedad sobre los royalties de una canción u obra literaria, por citar algunos ejemplos.

Se ha escrito y hablado mucho sobre que todo se puede tokenizar. Que los edificios en el futuro estarán tokenizados, por ejemplo. Eso es, conceptualmente, erróneo. Un edificio seguirá siendo un edificio y un contrato de arrendamiento, seguirá siendo un contrato de arrendamiento. Lo que sí permite un NFT es tokenizar un derecho sobre un edificio o sobre un contrato de arrendamiento, por ejemplo. ¿Qué quiere decir esto? Lo explicamos con un ejemplo:

Imaginemos que en nuestro barrio se está construyendo un pequeño edificio y que, con nuestro olfato inversor, creemos que comprar uno de los apartamentos será un buen negocio porque podremos alquilarlo a un buen precio. Sin embargo, el capital necesario nos desmonta un poco los números y, aunque podamos comprarlo con una hipoteca, no queremos estar tan atados/comprometidos con el banco[JGdG1] . Podríamos plantear, entonces, lo siguiente: adquirir el piso, dividir en 10 paquetes los derechos sobre un 50% de su rentabilidad por el alquiler, tokenizarlo y vender esos tokens a terceros. Para ello, crearíamos 10 tokens, cada uno de los cuales representa el derecho al 5% de la rentabilidad del alquiler. A cambio de ese token, pediremos al comprador que nos abone una cantidad, ya que gracias al token se accede a una rentabilidad. Si somos capaces de recuperar +50% de la inversión con la venta de los 10 tokens, a cambio de un 50% de la rentabilidad del arrendamiento, la operación nos habrá salido bien.

Fíjate que el valor de cada uno de los 10 tokens lo determina el propietario del token, en función de la rentabilidad que pueda obtener con el mismo. Si un inversor que ha comprado el token por 10.000€ necesita liquidez, “mal”-venderá el token para tener el dinero disponible cuanto antes. En cambio, el inversor que no la necesita, puede esperar a que se revalorice la zona/vivienda.

Como puedes intuir y hemos explicado, el NFT es una representación de los derechos sobre algo y, por tanto, su valor depende del que el propietario del token y el mercado den a ese “algo”. Puedes hacer el mismo razonamiento con los royalties generados por una canción, que el artista decide poner a la venta para financiar su nuevo disco. ¿Te atreves a escribirlo?

¿Pero, un NFT tiene siempre un valor económico? ¡No siempre! Algunos usos de los NFTs están enfocados a garantizar que una información es veraz y no ha sido modificada. Dos aplicaciones muy claras:

  1. Un Título Universitario: la Universidad decide emitir sus títulos a través de una blockchain, de manera que pueden guardar el mismo en un hash concreto. Cuando un tercero quiere verificar la validez del título universitario, puede consultar el hash y certificar que efectivamente contiene el título y que éste no ha sido modificado. Eficiente, ¿Verdad?

  2. El Registro de la Propiedad: ¿Te imaginas que para demostrar que un inmueble es de tu propiedad no hiciera falta una Nota Simple o una escritura de compra-venta? Es posible con una blockchain. Bastaría con registrar en un hash en una blockchain quién es el propietario registral de un inmueble. Cada vez que se produjera una modificación sobre la propiedad del inmueble, el registro modificaría el NFT que representa ese inmueble, de manera que quedaría un histórico de propietarios, cargas, pro-indivisos, etc. Y podría ser un registro público, seguro, inmediato y… gratuito.

Claramente estamos en un momento incipiente del uso de la tecnología y los casos de uso se están construyendo. Pero lo importante es que tengas la idea de que los NFTs no son sólo obras de arte digitales, o gatitos y monitos cutres para especular.

Modelos híbridos

En los últimos años se han lanzado modelos híbridos de tokens, que tienen propiedades de los fungibles y de los no fungibles. Esto no te lo esperabas, ¿eh?

Este tipo de tokens permiten crear series de NFTs idénticas entre ellas, cuya utilidad es idéntica para todos los NFTs. Sirve para, por ejemplo, crear series de entradas a festivales de música. Imagina que para asistir al Primavera Sound de Barcelona, al Coachella de EEUU o al Boom de Portugal se entregaran NFTs únicos. Se puede crear un NFT que tenga 1.000 copias idénticas (no numeradas), cuya utilidad sea asistir al festival. Su valor será idéntico, pera según el mercado quiera pagar más o menos por ellos (dependiendo del mercado de segunda mano) y su utilidad idéntica para los 1.000 tokens.

Se pueden programar ciertas limitaciones al NFT, como establecer quién puede transferirlo y a dónde, si al cabo de x tiempo el NFT se devuelve al usuario que lo ha enviado (para arrendar abonos, por ejemplo), etc. ¡Aunque esto es un poco más técnico, te da una idea de las posibilidades que existen!

¿Todavía quieres más? Sigue con el siguiente capítulo: algunos casos de uso

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